Como los caracoles al sol

De nuevo, la meteorología nos ha tenido más de un mes en dique seco. Teniendo en cuenta los desastres que han causado los últimos temporales en esta zona, lo nuestro no es para quejarnos demasiado, pero lo cierto es que ya teníamos algo de "mono".

Este fin de semana al fin lució el sol y en el aeródromo de Villamartín hubo bastante actividad de vuelo. Se notó que no erámos los únicos "caracoles" que estábamos esperando a que escampase. Y como nosotros no podíamos ser menos, allí estuvimos volando en nuestro Blanik.


Empezarón volando José Joaquín y Ramón, un simpatizante del Club gracias a cuya colaboración el Blanik luce ahora sus marcas y señalizaciones renovadas, además de un estupendo emblema en el timón de cola.


Y en un vuelo realizado más tarde, tuvimos ocasión de comprobar que, aunque muy tímidamente, las térmicas ya empiezan a dejarse ver, sin duda como un pequeño anticipo de la temporada de primavera. He aquí el relato de tan épica proeza en palabras de José Joaquín.

Sí, fué un buen día de vuelo para la temperatura que había que aún no es muy favorable para grandes permanencias; pero lo cierto es que teníamos un fuerte viento del norte lo que hacia que en la pista estuviera cruzado como sabeis, y en consecuencia, en la lomita del pueblo, a unos 1.000 metros al sur de la pista, se formó un curioso fenómeno de termo-ladera.


Así las cosas, el amigo José Luis, conmigo de copiloto en el puesto delantero, empezó a enrroscarse sobre el pueblo con ángulos de más de 45 grados y a trescientos metros sobre el terreno, vamos casi para cantar el "viento en cola" para la 06, y he aquí que el muchacho, osado él todo entero, comenzó a ganar altura con éste tímido vuelo de "mini-ladera" hasta tener una ganancia de otros trescientos metros, para asombro mío y de los lugareños que miraban hacia arriba y veían a ese pajaro de "brillo y acero" maniobrar sobre sus cabezas cual águila amenazante a sus inquietas vidas, girando y girando y más girar, que el bicho se nos viene encima. Pues no fue así, subimos grácil cual golondrina en primavera, y al poco tiempo nos posamos sobre la pista, no sin antes un viento cruzado que nos meneó un poco antes de parar.


Fue toda una mágnifica lección de como volar en mini-ladera por parte de José Luis, de la cual aprendí mucho. ¡Gracias!


17 de marzo de 2010