Pero este fin de semana todo salió a pedir de boca y la meteorología nos regaló dos días espléndidos. No vamos a decir de los que crean afición, por que esa ya la tenemos, pero sí de los que la consolidan.
El sábado, Thomas ya comprobó que las condiciones eran idóneas y a bordo del Astir CS realizó un vuelo de más de tres horas de duración, con techos de 2.700 m MSL y unos 250 km de recorrido, llegando hasta las proximidades de Puente Genil, en la provincia de Córdoba.
Así que el domingo estábamos expectantes ante la posibilidad de disfrutar de otro día de vuelo similar. Y no nos defraudó. Al mediodía ya parecía claro que las condiciones prometían, y esta vez fue José Joaquín quien se subió al Astir con la intención de realizar alguna de las tres pruebas necesarias para obtener el C de Plata, especialmente la de cinco horas de vuelo.

José Joaquín preparándose en el Astir
Al final se quedó tan "sólo" en cerca de tres y media, peró si consiguió los 50 km FAI (con unos 160 km de recorrido real) y la ganancia de 1.000 m de altura, que superó con creces llegando a los 2.900 m MSL. Un vídeo grabado con teléfono móvil no da mucho de sí, pero algo es algo y al menos da una idea de cómo fue el vuelo.
Thomas tampoco quiso desaprovechar el día y despegó con el Blanik y José Luis de copiloto. Este es el relato del vuelo, en el que se demuestra que por muy buenas condiciones que haya, a veces hay que trabajar duro para aprovecharlas.
El vuelo comenzó como era de esperar y nos soltamos del remolque en una térmica que nos subió a unos 1.700 m. Con esta altura emprendimos la vía habitual hacia la Sierra volviendo a remontar en Torre Pajarete, en las proximidades de Prado del Rey. Todo parecía ir bien y Thomas puso rumbo a Sierra Margarita, desde donde esperábamos dar el salto final hasta el corazón de la Sierra. Pero esta vez las térmicas nos fallaron. Parecía increible que en un día semejante no encontrásemos una sóla ascendencia aprovechable en aquella zona y tuvimos que emprender la retirada hacia el aeródromo.

Aun así todavía esperábamos encontrar alguna térmica en el camino de vuelta. Tras unos cuantos intentos con ascendencias que desaparecían en cuanto intentábamos girarlas, habíamos perdido tanta altura que ya parecía irremediable el aterrizaje. Sólo en el último momento apareció la ansiada térmica.
Y menuda térmica. Todo lo que no habíamos encontrado hasta entonces parecía estar allí. Con el variómetro entre 3 y 4 m/s nos subió hasta unos 1.800 m. Esta vez Thomas decidió entrar a la Sierra algo más al Norte y el criterio fue acertado, pues no tuvimos mayores problemas en la ruta hacia Algodonales. Allí, con un buen número de parapentes a la vista, entramos de lleno en el "bombazo" de la Sierra de Líjar: el variómetro hizo tope en los 5 m/s y en un momento estábamos a 2.700 m MSL.

Con la tranquilidad de disponer de esa altitud nos encaminamos hacia el sur disfrutando de las maravillosas vistas del Pinsapar y por fin alcanzamos el Torreón, donde entramos en una zona de cúmulos que nos fueron llevando hasta San José del Valle, siempre por encima de los 2.000 m. Una vez allí, dimos por bueno el vuelo y pusimos rumbo al aeródromo donde aterrizamos tras dos horas y media en el aire y unos 100 km de recorrido.

El vuelo comenzó como era de esperar y nos soltamos del remolque en una térmica que nos subió a unos 1.700 m. Con esta altura emprendimos la vía habitual hacia la Sierra volviendo a remontar en Torre Pajarete, en las proximidades de Prado del Rey. Todo parecía ir bien y Thomas puso rumbo a Sierra Margarita, desde donde esperábamos dar el salto final hasta el corazón de la Sierra. Pero esta vez las térmicas nos fallaron. Parecía increible que en un día semejante no encontrásemos una sóla ascendencia aprovechable en aquella zona y tuvimos que emprender la retirada hacia el aeródromo.

El Torreón a la vista pero inalcanzable... de momento
Aun así todavía esperábamos encontrar alguna térmica en el camino de vuelta. Tras unos cuantos intentos con ascendencias que desaparecían en cuanto intentábamos girarlas, habíamos perdido tanta altura que ya parecía irremediable el aterrizaje. Sólo en el último momento apareció la ansiada térmica.
Y menuda térmica. Todo lo que no habíamos encontrado hasta entonces parecía estar allí. Con el variómetro entre 3 y 4 m/s nos subió hasta unos 1.800 m. Esta vez Thomas decidió entrar a la Sierra algo más al Norte y el criterio fue acertado, pues no tuvimos mayores problemas en la ruta hacia Algodonales. Allí, con un buen número de parapentes a la vista, entramos de lleno en el "bombazo" de la Sierra de Líjar: el variómetro hizo tope en los 5 m/s y en un momento estábamos a 2.700 m MSL.

Por fin sobre el Torreón. Al fondo, Grazalema.
Con la tranquilidad de disponer de esa altitud nos encaminamos hacia el sur disfrutando de las maravillosas vistas del Pinsapar y por fin alcanzamos el Torreón, donde entramos en una zona de cúmulos que nos fueron llevando hasta San José del Valle, siempre por encima de los 2.000 m. Una vez allí, dimos por bueno el vuelo y pusimos rumbo al aeródromo donde aterrizamos tras dos horas y media en el aire y unos 100 km de recorrido.

Algar y el pantano de Guadalcacín
En resumen, un fin de semana para recordar.
31 de mayo de 2010